Después de visitar la Isla de Tarifa varias veces, sabía que allí puede hacer bastante viento. Aunque el verano está lejos de terminar en el sur de España, Tarifa siempre es un poco diferente. Ya no cometo el error de ponerme nada más que camiseta y pantalones cortos. No, unos pantalones largos y un jersey son más adecuados, en casi cualquier época del año, para resistir el viento frío. El Levante llevaba dos semanas azotando toda la localidad y sus alrededores y lo peor aún no había pasado. Afortunadamente, en la propia isla pudimos refugiarnos en el puesto de vigilancia de hormigón con forma de búnker. La policía local nos dejó entrar a las 9 de la mañana.

Nueve pares de ojos observaron a estos sospechosos habituales durante un entretenido período de casi tres horas:
Zarapito trinador (Numenius phaeopus)
Vuelvepiedras (Arenaria interpres)
Correlimos tridáctilo (Calidris alba)
Andarrçios chico (Actitis hypoleucus)
Gaviota patiamarilla (Larus michahellis)
Charán patinegro (Thalasseus sandvicensis)
Pardela cenicienta (Calonectris diomedea)
Alcatraz (Morus bassanus)
Garza real (Ardea cinerea)
Garzeta común (Egretta garzetta)
Golondrina (Hirundo rustica)
Avión común (Delichon urbicum)
Gorrión común (Passer domesticus)
Estornino negro (Sturnus unicolor)
Jilguero (Carduelis carduelis)
Verdecillo (Serinus serinus)

Los alcatraces y las pardelas se acercaron relativamente cerca a la costa y me permitieron tomar algunas fotos decentes.











Esperamos con ansias una próxima visita a la isla, con suerte en condiciones menos tormentosas.
Comentarios