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Entrevista con Alberto Álvarez Pérez, técnico de campo de Cádiz

Tenemos el placer de presentar una entrevista muy especial con un rostro que muchos ya conoceís: Alberto Álvarez, técnico de campo con una gran pasión por la naturaleza y con un particular amor por los pájaros. En esta charla, Alberto nos compartirá más sobre su trabajo, sus actividades en el campo y su inquebrantable pasión por las aves. Aunque muchos de nuestros lectores ya estáis familiarizados con su nombre, esta entrevista ofrece una mirada más profunda a la persona detrás del experto, revelando facetas que quizás no conocíais.






¡Hola Alberto, un placer tenerte hoy aquí! Mucha gente te conoce de tu trabajo con las aves. ¿Trabajas con otros animales también?


También trabajo con camaleones. Siempre me han gustado todos los animales. Cuando era pequeño, veía los videos de Felix Rodriguez de la Fuente que mi madre me grababa. A partir de allí empecé a apasionarme por los animales. Estudié la carrera de biología en Sevilla y conocí a gente con la que iba al campo. Luego empecé a interesarme por el anillamiento, una de las cosas que más hago hoy en día.



Dos hombres investigando un pájaro
Alberto con un compañero durante un anillamiento


¿Tienes un sitio favorito dentro de la provincia de Cádiz?


Diría el Pinar de la Dehesa de las Yeguas, en Puerto Real. Allí he estado haciendo muchísimas actividades, como anillar o poner cajas nido. Para mí, es un sitio muy especial porque es como un remanso salvaje.



¿Cuál es tu ave favorita?


El charrancito, ¡sin duda! Es un ave espectacular: elegante, viajera, ágil, alegre, siempre chillando, un animal maravilloso.


Pájaro blanco en el aire con las alas abiertas
El charrancito, pura elegancia


¿Por qué te gustan tanto las aves?


Lo he pensado muchas veces, y creo que es por su belleza. Las aves son de los animales más bonitos que hay. Además, son animales muy activos, y fáciles de ver. Las plantas también son muy bonitas, pero no me atraen tanto porque son muy pasivas.


No tiene que ser un pájaro muy especial. Simplemente un jilguero comiéndose un cardo me parece un auténtico espectáculo.



Jilguero posado en una planta
Jilguero


¿Cuál ha sido tu experiencia más curiosa durante el anillamiento?


Una vez anillando en la Dehesa de Abajo, en La Puebla del Río, teníamos puestas las redes para anillar passeriformes cuando bajó una ciguëña negra que había estado sobrevolando el arroyo. Se asustó por nuestra presencia y chocó con una red y allí se quedó enganchada. Fue la única vez en mi vida que anillé una ciguëña negra. Además era un ejemplar juvenil.



Cigueña negra volando
Cigueña negra



¿Cuál es la importancia del anillamiento de las aves?


El anillamiento nos aporta conocimiento. Si queremos conservar a las aves y sus habitats, necesitamos tener datos. Lo que hace el anillamiento es individualizar. Esto es esencial para saber como va un grupo. Así podemos saber las tendencias. Luego es importante también que la administración nos haga caso. Hay otros métodos que tambíen son muy útiles, por supuesto, por ejemplo los censos de las aves, o aplicaciones como eBird u Observado.






Sin embargo, hay cierta información que solamente la podrá aportar el anillamiento, porque podemos tener datos de individuos concretos y saber las tendencias de los grupos.




¿Qué papel juega la tecnología en la ornitología moderna?


La tecnología ha cambiado la ornitología muchísimo y la seguirá cambiando. Desde poder ir al campo e ir marcando con una aplicación los individuos que estás encontrando, hasta ponerle un aparato GPS a un ave y saber dónde está en cada momento, a veces cada segundo, durante varios año de su vida.




Un alimoche juvenil equipado con un aparato GPS
Un alimoche juvenil equipado con un aparato GPS



Muchas veces hay gente que piensa que la tecnología va a quitar todo lo anterior y crear algo nuevo. Yo no lo creo. Para algunas cosas estoy un poco en contra de la tecnología, porque creo que hace un mundo más feo y más frío. Creo que llegará a un punto en el mundo de la ornitología que se va a topar con una pared. Los aparatos GPS en los animales tienen una información muchísimo más precisa y concreta que una anilla. Pero a cambio son muchísimo más caros.







Además hay un tema que poca gente lo tiene en cuenta: cuando uno hace algo, necesita practicar. La tecnología nos va a ayudar, sin duda, pero la diferencia entre lo que vale un aparato GPS y una anilla es inmensa, no podemos poner un GPS a todas las aves, porque además no solamente nos interesa el uso del espacio, o adónde se desplazan, dónde construyen sus nidos o dónde se alimentan. También nos interesan cosas como la longevidad, de qué edades son las aves en cierto entorno y eso se ve con una marca, una anilla.




¿Cuáles son las consideraciones éticas más importantes a tener en cuenta durante el anillamiento y estudio de las aves?


Eso depende de la época y de la especie. En época de cría hay que tener muchísimo cuidado: manejar las aves el menor tiempo posible. No puedes estar mucho tiempo molestando a una hembra o un pollito para evitar el fracaso del nido. Muchas veces lo que hacemos cuando cogemos un ave que está recien salida del nido, es liberarla donde la hemos capturado. Su nido está evidentemente cerca de la red. Si la soltamos fuera del territorio donde se ha criado es posible que otro adulto le haga daño. Otra cosa que tenemos que tener en cuenta es que hay algunas especies que necesitan un trato especial, por ejemplo los camachuelos, los escribanos o los verderones.



Hombre con un verderón en las manos
Alberto con un verderón



Aparte de ser anillador, ¿trabajas en otros temas relacionadas con la naturaleza?


Sí, también trabajo con reptiles y peces. Este año empecé un proyecto con reptiles junto con mi compañero Juanma Ortiz, y me está encantando. Es un proyecto que ya hice hace cinco años en el jardín botánico de San Fernando y ahora lo estamos haciendo en el parque de Los Toruños. Es un censo, un poco como un anillamiento, pero con camaleones. Le pongo un chip por debajo de la piel y eso nos permite identificarlos y hacer un mapeo de la zona. En agosto invitamos a familias a unirse a nosotros para participar en las actividades. A los niños les encantan los camaleons, porque tienen algo místico.



Un hombre con un camaleón en la mano
Camaleón



Desde hace siete años trabajo con peces. Trabajo para Atlantida Medioambiente haciendo muestreo del salinete, el Aphanius baeticus, un pez en peligro de extinción. Muestreamos todos los meses en el río Iro, entre Chiclana y Medina. Es un pececito muy pequeño y está perdiendo su habitat. Además tiene una distribuición muy pequeña. Los Aphanius son unos peces típicos del mediterraneo, de arroyos temporales.


Aparte también fabrico cajas nido. Siempre me ha gustado trabajar con las manos y creo que soy bastante perfeccionista, me lo tomo muy en serio. Cada vez me compro más herramientas, algo que le mosquea mucho a mi pareja, porque tengo la casa llena de trasto. Me parece muy bonito crear algo con tus propias manos, a partir de la nada, de madera, tornillos, barniz y cuatro alambres, y al final ahí hay una familia de aves que va sacando su pollos año tras año.




Caja nido con unos pollitos dentro
Caja nido con unos pollitos dentro



¿Qué otro país te gustaría visitar para conocer otras especies de aves?


Sin duda Australia. Siempre me ha apasionado porque me ha parecido diferente a todo lo que tenemos aquí en la peninsula ibérica. Me acuerdo de un documental en la cual comparaban animales que tenemos aquí con los de allí y cómo van utilizando el mismo nicho ecológico, pero de diferente manera. Me parece un país muy bonito.



¿Qué mensaje te gustaría compartir con aquellos que están interesados en la ornitología o en la conservación de aves?


Para empezar, no tienen que ser jóvenes. Es muy típico que personas mayores se acercan a este mundillo y les encanta. Hubo una mujer británica que fue una de las mejores conocedoras del comportamiento sexual del acentor común. La mujer se quedó viuda y tenía su típica guía de aves y empezó a fijarse en los pájaros que había en su jardín. Se fijó en cómo los acentores interactuaban entre ellos. Vio que había infidelidades, que había machos que copulaban con diferentes hembras. Esa mujer con más de setenta años aprendió muchísimo y se convirtió en una de las mejores expertas en la especie.


Así que creo que cualquier edad es buena para empezar. Lo que sí creo que tenemos que recuperar es el colectivismo. Vivimos en un mundo cada vez más individualista. El mundillo de la ornitología a priori parece un poco individualista, porque mucha gente va sola al campo para ver pájaros, pero sin colectivo no somos nada.







Sobre todo porque aprender sólo es mucho más difícil. Cuando yo tenía quince años, me gustaban las aves, pero no tenía a nadie con el mismo interés. Me iba al campo sólo para ver limícolas y me resultó muy difícil aprender así. Hasta que no llegué a la facultad, conocí a un grupo de gente y empecé a ir con ellos, no empecé a crecer en la ornitología. Hoy en día hay muchas aplicaciones que nos ayudan, pero como los seres humanos aprendemos es unos de otros. Cuando sales un par de veces al campo, te das cuenta de que las aves lo están pasando realmente mal. Necesitamos entidades que puedan ayudar a defender a esas aves y al entorno en donde viven.




Un grupo de personas unidas en una mesa
Todo un equipo de anilladores



Es un mundo maravilloso, un mundo cuanto más te metes, más descubres. Y te vas dando cuenta de que hay muchas cosas que desconoces. Lo tienes que transitar acompañado de otra gente porque así crecerás muchísimo más.


Muchas gracías, Alberto, ¡nos vemos en el campo!


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