Visitar el Sendero Tres Amigos en San Fernando resultó ser una gratificante aventura de observación de aves llena de vistas inesperadas y momentos de asombro. A primera vista, la caminata parecía tranquila, con solo unas pocas aves visibles, como cigüeñuelas y archibebes comunes. Estas elegantes aves limícolas, aunque encantadoras, no insinuaban la abundancia que pronto presenciaría.





A medida que avanzaba por el sendero, el paisaje se transformaba drásticamente y aparecían miles de aves, principalmente limícolas, esparcidas por los humedales. Entre ellas, había correlimos comunes y chorlitejos patinegros, ocupados en buscar comida y moviéndose con gracia por la orilla del agua; su gran cantidad creaba una vista fascinante.





Uno de los momentos más destacados de la visita fue, sin duda, el encuentro con un águila pescadora. Aunque a menudo he visto águilas pescadoras posadas o volando con un pez firmemente agarrado entre sus garras, presenciar cómo una de ellas se zambullía en el agua fue una experiencia completamente nueva y emocionante. La increíble velocidad y precisión del pájaro al sumergirse en el agua con las patas adelantadas para atrapar a su presa me dejaron asombrado.






El poder y la elegancia de esta ave rapaz en acción son inolvidables y sirvieron como un vívido recordatorio de la cruda belleza de la naturaleza. Poco después, un gran grupo de avocetas agregó otra capa de magia a la caminata. Estas llamativas aves limícolas, con sus picos vueltos hacia arriba y movimientos sincronizados, crearon oportunidades para unas fotos impresionantes. Su vuelo coordinado me permitió experimentar con una velocidad de obturación más baja, capturando la fluidez y la gracia de su movimiento de una manera más artística.




Al principio de la caminata me acompañó una suave brisa, lo que proporcionó un ambiente agradable para la observación de aves. Sin embargo, a medida que me acercaba a la costa, el viento se intensificó bastante. En su punto más fuerte, era casi imposible mantener la cámara estable, lo que convirtió la fotografía en un desafío. A pesar de las ráfagas, las recompensas fueron abundantes a lo largo del recorrido. Un momento inolvidable fue encontrarme con una enorme bandada mixta de limícolas. Su vuelo coordinado formaba patrones siempre cambiantes.

Además, grupos de pardillos y verdecillos añadieron toques de color a la escena, mientras que los chorlitejos patinegros se desplazaban ágilmente por la costa. Estas vívidas exhibiciones de aves compensaron con creces la dificultad que suponía el viento.



Otro espectáculo destacable fue un par de gaviotas patiamarillas. Estas aves, conocidas por su adaptabilidad y sus hábitos alimentarios oportunistas, siempre son fascinantes de observar. Lo que hizo que este encuentro fuera particularmente asombroso fue ver a una de las gaviotas cargando una liebre. Si bien es poco probable que el ave haya atrapado y matado a la liebre, el espectáculo no fue menos impresionante. Sirvió como un poderoso ejemplo de la adaptabilidad y el ingenio que han hecho que esta especie sea tan exitosa.







Otro de los momentos más destacados del día fue el encuentro cercano con un cormorán. Observé fascinado cómo perseguía hábilmente a los peces en el agua, mientras su esbelto cuerpo cortaba la superficie con facilidad. Lo que hizo que este momento fuera aún más especial fue lo cerca que me permitió acercarme. Sin molestarse en absoluto por mi presencia, el cormorán continuó su persecución, ofreciéndome una oportunidad única de capturar fotos muy detalladas.



El sendero Tres Amigos ha experimentado importantes mejoras a lo largo de los años. Lo que antes era un camino algo peligroso que requería un breve pero angustioso cruce de una carretera muy transitada ahora es mucho más accesible gracias a la instalación de un nuevo puente sobre el río Arillo. Esta mejora ha hecho que la ruta sea más segura y agradable, lo que permite a los pajareros centrarse en la naturaleza circundante sin preocuparse por el tráfico.


Durante el paseo, observé un total de 38 especies de aves, cada una de las cuales aportaba su propio toque de emoción al día. Entre ellas destacó un vencejo que volaba a baja altura. Observar esta especie tan tarde en el año fue algo inesperado y emocionante a la vez. Cuando el viento amainó cerca del final del paseo, el ágil vencejo estaba volando cerca de un grupo de aviones roqueros, lo que ofreció un final perfecto a una excursión ya memorable.

Con su mezcla de tranquilos humedales, brisas costeras y una próspera avifauna, el Sendero Tres Amigos demostró una vez más ser un destino imperdible para los observadores de aves.

Preciosas e impresionantes fotos