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Una mañana calurosa en el embalse de Bornos

  • 12 ago
  • 2 Min. de lectura

Hoy fue oficialmente el día más caluroso del año en el sur de España, con temperaturas muy por encima de los 40 grados. Con eso en mente, sabía que la excursión de observación de aves al embalse de Bornos tenía que iniciarse temprano y finalizar sin alargarla demasiado. Ya a media mañana, el sol ardía con todo su rigor, y a las 11 el calor hacía casi insoportable seguir caminando. Pero en esas breves horas de la mañana, antes de que el calor llegara con toda su intensidad, el embalse aún me ofrecía una rica variedad de vistas y sonidos.



Señal de advertencia en una cerca entre árboles, texto: "Peligro, vacas paridas sueltas". Ambiente natural y soleado.
¿Otra vez iba a terminar en líos?

Vaca marrón camina en terreno seco con etiquetas en las orejas.
A veces las vacas imponen un poco, ¿a que sí?


Vaca marrón bebe agua en una laguna rodeada de arbustos.
Pero tenían otras cosas que hacer que atacarme


Caballos pastan en un campo seco con colinas al fondo y un pueblo blanco.
No me molestaron, y los caballos tampoco.


Lo primero que me impactó fue la enorme cantidad de agua que aún había. En medio de una agobiente ola de calor, había esperado peores condiciones. En cambio, el embalse aún parecía rebosante de vida. Comparado con mi viaje de observación de aves a Bornos en el invierno del año pasado, cuando apenas había agua y el terreno parecía desolado, hoy me sentí como en otro mundo.



Paisaje montañoso con colinas escalonadas en tonos azules, vegetación verde y agua en primer plano.


Árboles altos junto a un lago bajo el sol brillante, con montañas en el horizonte.
Había algo de sombra temprano en la mañana, pero no por mucho tiempo


Vista aérea de un lago tranquilo rodeado de colinas y vegetación.


Poco después de llegar, me topé con una gran bandada de grajillas que descendía sobre los arbustos. Dos horas más tarde volví a encontrármelas, esta vez en un grupo aún mayor, de al menos 600 aves, moviéndose como una nube en constante cambio.



Bandada de aves negras volando sobre un bosque verde.
Parte de la enorme bandada de grajillas


Las garzas reales estaban presentes en buen número, dejando oír sus llamadas roncas que rompían el silencio matinal. Más adelante me encontré con un grupo sorprendentemente grande de abubillas: conté cerca de una docena, más de las que recuerdo haber visto juntas en un mismo sitio.

Garza posada en vegetación verde, mirando a la derecha.
Garza real

Garza real en un arbusto verde, rodeada de follaje espeso.



Garza sobrevuela un lago con alas extendidas entre ramas verdes y anaranjadas.



Abubilla de colores marrón, negro y blanco, con cresta, posada en piedras.
Una de las muchas abubillas


Aerial view of a tranquil lake with a narrow peninsula, grazing animals, and a distant white town against rolling hills under clear skies.



Cormoranes sobre una plataforma en un lago tranquilo. Uno extiende sus alas. Fondo de vegetación y agua.
Tres cormoranes



La abundancia de juveniles fue prueba de una temporada reproductiva exitosa, sin duda favorecida por las abundantes lluvias primaverales. Entre ellos, se encontraban jóvenes somormujos lavancos flotando cerca de la orilla, y a pocos metros de donde yo estaba, dos jóvenes papamoscas grises siendo alimentados con ternura: una de esas escenas íntimas que hacen que la observación de aves sea tan gratificante.



Somormujo lavanco con cría nadando en agua azul.
Somormujo lavanco con cría


Un somormujo lavanco nadando en un lago azul.


Pájaro alimenta a su cría en una rama; otro pajarillo observa.


Pájaro posado en ramas verdes, rodeado de hojas pequeñas.
Alcaudón común juvenil


Como si fuera poco, aparecieron de repente 20 flamencos comunes, cuyas siluetas rosadas pusieron un toque de color al paisaje. También se dejaron ver algunos alcaravanes y varios abejarucos, mientras que los verderones y jilgueros ponían de fondo su alegre y familiar canturreo.


Flamencos volando en formación en un cielo despejado.


Dos garzas blancas vuelan en un cielo azul despejado.
Una pareja de garcetas bueyeras


Cuando el calor ya se volvió insoportable, yo ya estaba más que satisfecho con las observaciones del día. Esta corta salida matinal había valido totalmente la pena: un recordatorio de que incluso en pleno verano, con el momento adecuado, el embalse de Bornos aún guarda muchas sorpresas.



Ave rapaz en vuelo con plumaje marrón claro y oscuro sobre un cielo azul.
Águila calzada

Pájaro pequeño marrón sobre una rama con hojas verdes y amarillas.
Zarcero bereber

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