Hoy fui invitado por algunos miembros de GOUCA (Grupo Ornitológico de la Universidad de Cádiz) a realizar una caminata de observación de aves por uno de mis parches locales, Costa Ballena en Rota. A pesar de las bajísimas temperaturas y la brisa fresca, fue una experiencia muy placentera, que nos permitió observar más de cuarenta especies diferentes de aves. Mientras que normalmente sigo el mismo camino, caminando de regreso por el campo de golf hacia la playa, hoy nos centramos en los habitantes de las dos lagunas y el canal intermedio. Eso significó que no vimos ninguna cogujada ni bisbita, ¡pero nos topamos con otras especies maravillosas que no suelo ver en esta zona!

Nuestros principales objetivos eran cualquier tipo de gaviota poco común. Antes de que viéramos alguna de ellas, una gaviota picofina llamó nuestra atención, y por dos razones. En primer lugar, tenía una pierna derecha rota, que llevaba un anillo que mencionaba San Sebastián, en el norte de España.

En segundo lugar, esta astuta ave decidió seguirnos a dondequiera que fuéramos durante nuestra caminata de tres horas entre las dos lagunas. Fue triste verla volar con una pata colgando, pero también tranquilizador saber que en esta zona estará relativamente segura y encontrará comida fácilmente.

Siguiendo el canal para llegar a la laguna más al oeste, nos encontramos con una grata sorpresa: primero nadando lentamente y un poco después posando de buena gana, arreglándose las plumas sobre una roca, este híbrido de focha común y moruna.


Antes de llegar a la segunda laguna observamos muchas otras especies, incluidas vuelvepiedras, ánade rabudo e incluso un martín pescador.


Otra vista notable fue una focha común que llevaba un tipo de collar alrededor del cuello, lo que hacía menos difícil la identificación con esta especie que generalmente se encuentra con las patas en el agua.





¡También fue una gran oportunidad para hacer fotos de los aviones roqueros! Siguieron volando en círculos y descendieron hasta dos pies del suelo, ¡casi tocándonos! Pero aun así, fue un gran desafío obtener fotografías nítidas de estos pequeños acróbatas.




Al llegar a la segunda laguna, ¿adivinen quién nos recibió? ¡Correcto, nuestra nueva amiga gaviota! Esta vez esperándonos en el agua. Debe ser difícil nadar con una sola pierna.



Reunidos en la hierba junto a la laguna al oeste había varios archibebes, mezclándose pacíficamente con las gaviotas y los cormoranes.

Además de algunas especies más raras, también vimos bastantes híbridos en este popular lugar para la observación de aves.





Afortunadamente, con el paso del tiempo, la temperatura también subió ligeramente. Llegó el momento de despedirnos de nuestra amiga gaviota y regresar a nuestro punto de inicio, con la esperanza de poder ver finalmente otra gaviota diferente.

Y tuvimos suerte... una gaviota cana voló sobre nuestras cabezas dando vueltas y otra se posó en el agua.

Una última mirada a la laguna oriental resultó en una foto de una malvasía.


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