Nunca he sido un fanático de los obsesionados observadores de aves. Esos observadores fanáticos que recorren el campo con sus prismáticos y guías de campo, arruinando la paz y la tranquilidad con su parloteo constante y los clics de sus cámaras, contribuyendo al calentamiento global con su deseo insaciable de ver hasta el último pájaro del planeta. Muy a menudo, cuando llegan y avistan otra especie rara, el ave ya se ha ido volando. El karma es un pájaro.

Pero entonces, algo pasó. Me encontré uniéndome a las filas de la misma gente que siempre había despreciado. Todo comenzó con unos avistamientos de aves raras que habíamos notado mientras revisábamos nuestra cuenta de eBird. ¡Costa Ballena en Rota! ¿Otra vez? Había estado allí menos de una semana antes y no había visto nada extraordinario. Prefería pasar la tarde relajándome en el sofá, pero al final decidí ir a echar un vistazo. Las especies en cuestión eran: cerceta común, porrón moñudo y porrón bola.
No estoy seguro de qué fue lo que me atrajo. Tal vez fue la emoción de la búsqueda, la emoción de encontrar algo tan inesperado. O tal vez fue solo un caso de curiosidad que me venció. Cualquiera que sea la razón, me encontré empacando mi cámara y binoculares y dirigiéndome hacia la costa, armado con una guía de campo y una nueva determinación para encontrar a estas esquivas criaturas, con música tecno sonando a través de los altavoces del coche para animarme.

Mis ojos escanearon cada metro cuadrado del lago artificial llamado Lago Norte. Al poco tiempo, vi mi primer lifer del día, un porrón moñudo, con su cabeza oscura y ojos amarillos, en medio de un grupo de porrones comunes.

En ese momento, entendí lo que me había atraído. No se trataba sólo de ver un ave rara; se trataba de conectar con la naturaleza, de apreciar la belleza y la diversidad del mundo que me rodeaba. Y mientras estaba allí, observando al porrón moñudo ocuparse de sus asuntos, no pude evitar sentir una punzada de culpa por mi anterior desdén por los 'twitchers'.

Al fin y al cabo ¿quién era yo para juzgar? Yo mismo acababa de dedicar toda mi tarde a localizar un ave rara. Y al hacerlo, había adquirido un nuevo aprecio por el pasatiempo al que alguna vez me había opuesto con tanta vehemencia.

No haber visto ninguna de las otras especies raras que se habían reportado recientemente en Costa Ballena fue solo un detalle sin importancia. Lleno de orgullo, volví a casa con otra especie tachpda. No fue hasta tarde en la noche, mientras revisaba las fotos en el monitor grande, que me di cuenta de que también había visto una pareja de porrón bola.






Así pues, a todos los pajareros obsesionados, les pido disculpas por mi ignorancia previa. Puede que no siempre esté de acuerdo con vuestros métodos, pero ya no puedo negar vuestra pasión. Y les prometo que intentaré ser más comprensivo la próxima vez que les vea paseando por el campo con vuestros prismáticos y guías de campo. Y en lo que a mí respecta: anhelo en secreto otro lifer. En la provincia de Cádiz sólo me quedan unas cien especies.
Comments